Real Zaragoza 3 – 2 FC Cartagena | Crónica

Real Zaragoza 3 – 2 FC Cartagena | Crónica

Entalto afición!

¿Cómo hablar? ¿Cómo sostener el corazón cuando la noche del infierno cubre toda esperanza? ¿Cómo, en fin, sobrevivir a la tragedia que cubría el futuro del club de tus amores? Solo había una respuesta: con goles. Que no se adivinaban. Que ni siquiera se suponían. Pero llegaron. Cuando nada era nada, cuando La Basílica no encontraba ni una frase que acercarse a la narración imposible, dos balones besaron la mítica red de la portería de la Fefia de Muestras y un escalofrío activó el alma del zaragocismo. Con balones propiciados por dos aragoneses de viento tierra y rematados por dos valencianos de aroma mar. Y hasta ahí.

El partido de ayer, ubicado fatalmente en el mismo día en que se cumplían los treinta años de los excelsos goles de Esnaider y Nayim, del dorado éxito de la Recopa de 1995, fue como un dibujo hecho a rayujos cuando tu madre te daba un papel y tres pintes en la consulta del pediatra. Pasar el rato manchando el blanco a la espera de irte de allí. Con una diferencia: de vez en cuando te recuerdan que estás enfermo, en el caso de ayer con dos goles estúpidos.

Gabi salió con un equipo generador, como si quisiera dar luz en medio del apagón. Lo que se le olvidó al Zaragoza fue echarle gasoil al aparato y así, claro está, no funciona. Enfrente un Cartagena alegre como guayaba madura. Sencillo, escaso de fútbol pero sobrado de la soltura que viene de darle un bofetón a todo un Racing y al que no le costaba hacer cosas de esas que, aunque no te salgan, nadie te cuestiona. Como en una pachanga después de la comida de la comunión del sobrino con el cubata en la mano. Y resulta que te sale el taconazo imposible, el túnel al cuñado y la volea con la pierna mala que clavas en la escuadra mientras el primo se enreda en la corbata desabrochada. Un desaguisado, en fin.

Se puso el Cartagena con 0-1 tras un lanzamiento de falta grotesca en el minuto 4. Empató Guti tras una deliciosa jugada iniciada por Francho con pase largo y preciso al en ese momento espumoso Aketxe y continuación precisa de Soberón, repitiendo asistente y ejecutor de Ferrol. Y Pepín le rompió la ilusión a la Romareda con un disparo curvo, como de videojuego. Todo eso en 13 minutos.

La inclusión de Aketxe y Ares en el equipo propició que el Zaragoza jugase con una moneda con dos caras. Buscaba creación y construcción de juego de ataque, pero eso solo se lo dio el joven bilbaino, hacedor ayer de jugadas afiladas y gestos de talento supuesto pero hasta hace poco oculto. Se hartó el extremo de trazar caminos diagonales, abriendo espacios por los que transitó Tasende. Eso, en la banda izquierda. En la derecha Francho y Pau Sans marcaron un surco hasta la línea de fondo y desde ahí enviaron balones que no encontraron rematador, porque Soberón no lo es al estilo clásico y ahí y así murieron muchas expectativas.

En esos momentos la solución estaba en los requiebros de Sans y Ares. Sus propuestas anunciaban posibilidades pero no se consumó ninguna. Casi todo el elenco de actores merodeó por el área de Fuidias, pero ninguno cumplió con el final soñado de lograr un gol: Jair, Lluis, Tasende, Guti, Aketxe. Salvo Nayim, en el palco, todos los jugadores se sumaron a la causa aunque sin fortuna.

Tras el refresco del intermedio, el Zaragoza se aplicó a la tarea de romper todos los maleficios. En esa empresa brillaron varios nombres. Pau Sans fue el más luminoso, incluso provocando una falta que pareció penalty pero que al final no se concedió. Ares continuó llamando la atención con sus zig zags y sus centros intencionados y Francho duplicó su presencia con subidas potentes y recuperaciones prodigiosas.

Algunos jugadores, por el contrario, apagaron algunas acciones prometedoras. Aketxe se embrolló en sí mismo en varias ocasiones y el reloj se apresuró a urgir al zaragocismo en una carrera contra la tragedia. Gaby puso en el césped a Arriaga, que ayudó a coser algunos desajustes y a equilibrar el desequilibrio generado por el pánico a perder. Entraron también Liso y Dani Gómez con el ánimo dispuesto a obtener rédito de los muchos balones que llegaban al balcón murciano pero que se perdían en el vacío. A ello contribuyó también la presencia de Marí.

Mientras todo eso ocurría Poussin, el Inestable, detuvo un balón franco a Vukcevic, cuando el uno a uno tenía claro color cantonal. Fue clave, pues un tercer gol habría sido la rematadera y habría supuesto la muerte, un ajusticiamiento a garrote vil futbolístico de difícil asunción. No fue y lo que podía ocurrir, aunque casi nadie creyese en ello, sucedió. La acumulación de acciones de ataque, la fe de varios jugadores y la empenta de toda la Romareda hicieron que pudiera ser.

Como un pan que en los siglos no se nos está repartiendo, Arriaga escribió un magistral prólogo con un chut que llamaba a la escuadra de Fuidias, pero el portero catalán se lució con una llamativa estirada. Sin embargo, no bastó para rechazar el imparable asedio blanquillo. Una jugada que coqueteó en el borde del área dio con el balón volando para que Marí rematase de cabeza el empate a dos. Esa fue la llave de la explosión que se mantuvo activa hasta el final. Marí dispuso de dos ocasiones nítidas que no convirtió y los minutos corrían, volaban. También la fe del zaragocismo. Como aquella noche de París, como aquellos penalties que ya asomaban por la esquina de la prórroga que moría.

Ayer fue Francho, el gran Francho, el interminable Francho quien armó un centro lateral desde los tres cuartos buscando una cabeza salvadora. Esa fue la de Dani Gómez, que con un gesto cósmico alojó el balón en la puerta del Cartagena. No las encuentro, no hallo las palabras que sirvan para describir el calor de los latidos de nuestros corazones. Solo puedo pensar en el sonido que resuena en la sala del enfermo que responde en el último momento a la carga del desfibrilador. En esta ocasión, el estruendo resonó en las laderas del zaragocismo irredento. Y la afición se convirtió, definitivamente, en el Fermín Arrudi que representa a nuestro Real Zaragoza.

Ficha técnica

Real Zaragoza:
Poussin; Francho, Lluís López, Jair Jr., Tasende (Liso, 68′); Raúl Guti, Toni Moya (Arriaga, 56′), Aketxe (Dani Gómez, 68′), Adu Ares; M. Soberón, Pau Sans (A. Marí, 79′).

FC Cartagena:
Fuidias; Aguirregabiria, More, Alcalá, Nacho (Vukcevic, 79′); Ndiaye, Guerrero, Pepín (Andy, 61′), Luna (Ortuño, 70′), El Jebari (Delmás, 61′); Millán (Núñez, 79′).

Goles:
0-1 Min.3, Nacho; 1-1 Min.10, Raúl Guti; 1-2 Min.14, Pepín; 2-2 Min.88, A. Marí; 3-2 Min.90, Dani Gómez.

Árbitro: Sr. Sánchez Villalobos. Amonestó a Adu Ares, Raúl Guti, Poussin, Luna y Dani Gómez por parte local y a Luna, Nacho, Vukcevic y Delmás por parte visitante.

Incidencias:
Partido de la Jornada 39 de LaLiga Hypermotion 2024-25 disputado en la Romareda, con 19.000 espectadores.

Puntuaciones

Poussin: 4. Su parada a Vukcevic, milagrosa.
Francho. 5. Inmenso. Un gigante, un Moncayo futbolístico.
Jair: 3. Bien en el corte y atento en la disposición.
Lluis: 2. Correcto y aplicado.
Tasende: 2. Fortalecido en su voluntad. Algo inexacto, pero decidido.
Moya: 2. Algo alejado del gobierno, le faltó gestión.
Guti: 4. Esto es lo mejor que hay.
Aketxe: 2. Genial en el primer gol, estuvo impreciso.
Adu Ares: 4. Incisivo, afilado, directo.
Pau Sans: 4. Incisivo, afilado, directo.
Soberón: 2. Aislado. El área pequeña le empequeñece.
Liso: 2. Buscó acciones de ataque e incursiones.
Arriaga: 4. Cerró espacios y consolidó el centro del campo.
Dani Gómez: 4. Marcó el gol decisivo.
Marí: 4. Abrió la lata de la victoria y pudo marcar más.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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