Real Zaragoza 1 – 1 SD Huesca | Crónica

Real Zaragoza 1 – 1 SD Huesca | Crónica

Que no te fagan plorar

¡Dios, qué buen partido si hubiera habido buenos jugadores! Eso podría pensar el zaragocismo si acudiese al mítico vigésimo verso del Cantar de Mío Cid para describir el embarrado partido que ayer nos ofreció el Real Zaragoza. El entrenador estará satisfecho con sus jugadores, proclamará su desazón por no haber logrado la victoria, se lamentará por ese gol de Moya que pudo ser y no fue, pero de lo que no será capaz es de convencer con su propuesta futbolística. Lo siento, Gabi: vivo en Territorio Decepción.

Los dos equipos aragoneses interpretaron en la primera parte una partitura plana, alejada de la armonía de un deporte que es, ante todo, pasión y fuego volcánico cuando se acerca a su mejor expresión. El Zaragoza presentó una alineación que nos confundió, con una insistencia en déficits anteriores que hizo tambalear nuestra confianza en el equipo. De ahí a la confirmación de nuestros temores hubo muy poco trecho.

Muy pronto se pudo constatar que el equipo no disponía de energía que fuera más allá de la reunión de decenas de pases horizontales y cuando se veía alguna brecha, balón largo a la nada. El Huesca se refugió en sí mismo y el Zaragoza mostró su desnudez futbolística, aún más evidente si consideramos su incapacidad para combinar, generar y romper la granítica defensa altoaragonesa. Y todo amparado en un principio general grabado a fuego: cero errores, contención del riesgo y parálisis permanente en la generación de juego.

Si existen las pizarras en fútbol ayer se demostró que gobiernan este deporte con tiza férrea. Nada de salirse del guión, nada de atreverse, nada de seguir el perfume de tu inspiración. El que se mueve en esta foto fija no sale. Y lo que es peor: muere. Las pocas situaciones de gol fueron de color cuatribarrado, en afortunada decisión de la SD Huesca al vestir a los suyos con los colores patrios.

Cada aproximación hacía temblar los cimientos de La Basílica. La grada expresaba su nerviosismo y la noche se vistió de temor compartido. No era para menos. Gerard Valentín nos enseñó el camino del fútbol puro, construyendo continuos tirabuzones que volvieron loca a la defensa blanquilla, blandengue y poco fiable. En el otro área, algo de fuego de artificio pero con pólvora muy húmeda. Alguna aproximación estéril, de esas que elaboran los equipos sin fe ni argumentos. Las que construye el Real Zaragoza. Calero, López, Francho. Nada.

Llegó el descanso y en las tripas de la vieja Romareda algo se coció. El equipo de Gabi salió con un dinamismo que para sí habríamos querido en más de un partido. Esa agitación inicial fue suficiente para conseguir el 1-0. Un balón parado, una vez más. Un córner que botó Aketxe y que acabó en el muslo de Arriga quien, actor vigoroso como pocos, logró empujar el balón al fondo de la red de Pérez. Fue un gol que hizo vribrar a la hinchada blanquilla, pero el gol bonito habría sido el de la jugada previa, cuando Guti engarzó un chut metálico que desvió en gran parada el portero de Almudévar.

El partido se ponía guapo pero este Zaragoza no tiene los remaches de su armazón para ningún embate. Así, a los siete minutos Gerard Valentín se puso al mundo por mochila y le bailó las mil aguas a Calero, que acabó derramado en el césped, abatido por los quiebros del catalán. Su pase acabó en las botas de Kortajarena, que sin ser un rematador de quilates tiene poso suficiente para batir a Poussin. No falló y el empate enfrió la euforia zaragocista.

Ese lateral era un camino al paraíso. Ni Gabi decidió bien ni sus jugadores acertaron a solventar los problemas que les creó el volante azulgrana. Cuando poco después Valentín volvió a las galopadas y solo un buen gesto de Poussin evitó el segundo gol, el entrenador madrileño puso en danza a Tasende por Calero. No supuso un cambio sustancial en la dinámica del partido, pero amortiguó las andanadas altoaragonesas.

El partido, tras los consabidos cambios de mitad de la segunda parte, entró en Territorio Oportunidad. Los dos equipos se emplearon a fondo en tratar de llegar al final del partido vivos y encontrarse con una ocasión que les diera el segundo gol aunque no lo merecieran. Se vivió un periodo de altos y bajos, de subidas y bajadas, de ocasiones por definir que no acababan de fructificar. Fue el instante en que Poussin, el portero más irregular de la década, se inventó una intervención magistral ante Valentín, de nuevo Valentín. Fue una acción de diez, de esas que dan puntos.

Más gestos que insinuaban el gol pero que no lo definían, llegadas peligrosas no resueltas, gestos ajenos al fútbol pero próximos al sobresalto. De todo ello podría dar buena cuenta un cronista adicto a tomar notas. No es mi caso. Prefiero relatar lo que pudo ser uno de los goles más bellos de la temporada que no lo fue por un par de centímetros. Bazdar batalló un balón que acabó en los pies de Arriaga. Este prolongó la circulación y se lo sirvió a Moya en posición de volante interior izquierdo. El extremeño, solo, descargó un chut eléctrico con su pierna zurda que se estrelló violentamente en el larguero de Pérez. El balón cayó al suelo, pero no traspasó la línea de gol por muy poco. Lástima. Habría sido un colofón de incalculable valor.

El partido boqueó durante algunos minutos pero ya no dio para más. Un punto para cada uno que, dicen, no sirve de mucho pero que puede ser un mundo entero según transcurran los partidos que les quedan a los dos conjuntos aragoneses.

Ficha técnica

Real Zaragoza:
Poussin; Francho, Lluís López, Jair Jr, I. Calero (Tasende, 62′); Arriaga, Aketxe (Dani Gómez, 71′), Raúl Guti (Toni Moya, 83′); Pau Sans (Baždar, 83′), Adu Ares (Liso, 71′), M. Soberón.

SD Huesca:
Juan Pérez; Gerard V., Toni Abad, Blasco, Rubén Pulido, Vilarrasa; Jordi Martín (Escario, 92′), Sielva (González, 63′), Javi Pérez (Joaquín, 46′); Soko (Unzueta, 92′), Kortajarena.

Goles:
1-0 Min.50, Arriaga; 1-1 Min.58, Kortajarena.

Árbitro: Sr. Galech Apezteguía. Amonestó a Kervin Arriaga por parte local.

Incidencias:
Partido de la Jornada 37 de LaLiga Hypermotion 2024-25 disputado en la Romareda, con 22.500 espectadores.

Puntuaciones

Poussin: 4. Estuvo en el momento justo para evitar dos goles.
Francho: 2. Inconexo e incierto.
López: 2. Nervioso y fuera de sitio.
Jair: 3. Correcto en el corte y atento en las marcas.
Calero: 1. Sufrió mucho y no evitó los ataques de Valentí.
Arriaga: 4. Además de golear, dio una lección de rasmia.
Guti: 2. Corrió mucho pero le faltó precisión.
Ares: 2. Demasiados caracoleos y poca sustancia.
Aketxe: 2. El balón parado es suyo. Lo demás, no.
Pau Sans: 3. Preocupó a sus marcadores y agitó las aguas.
Soberón: 1. Muy aislado y lejos del gol.
Tasende: 1. Superado por las circunstancias y por sus rivales.
Dani Gómez: 1. No llegó a casi nada y no se dejó notar.
Liso: 2. Encontró caminos de profundidad y se pareció algo a sí mismo.
Moya: 2. Tiene sitio en este equipo. Su chut de lejos casi se convierte en gol.
Bazdar: 2. Luchador y presente en las últimas jugadas.

por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello

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