Ayer fue un partido muy especial. Volvía a la Basílica un día después de que mi madre, mi sangre aragonesa, le diese el último abrazo a la vida. Mi madre, que me acompañó hasta el último momento en mi pasión zaragocista. Siendo un niño me despedía al subirme a la vigorosa vespa de mi padre que nos debía llevar a la entonces joven Romareda. Hablo de 1970. Y del mismo modo que sucedió cuando se marchó mi padre en 2018, el partido iba a ser frente al Córdoba. Lástima que el resultado no se repitió, aunque confieso que una tímida lágrima asomó en mis ojos cuando Soberón logró el gol. En silencio musité: “Mira, mamá, este gol te lo quedas, que es para ti”.
El Real Zaragoza jugó ayer el primer partido espejo de Gabi Fernández. Un partido temblón, inestable, con muy poca consistencia y demasiados boquetes en el casco del navío blanquillo. Enfrente, el Córdoba navegó seguro de sí mismo, con varias lecciones muy bien aprendidas y ninguna duda sobre lo que tiene que hacer en cada momento. Un choque muy desigual en el que muy pronto se detectó que un equipo, el Zaragoza, carecía de argumentos y otro, el Córdoba, contaba con mil razones a favor.
Gabí dibujó un equipo con cierta lógica, pocos adornos y una sola idea: hacer fácil lo que se sabe hacer y no hacer, ni fácil ni difícil, lo que no se sabe hacer. Con ese planteamiento se lanzó el equipo aragonés a la batalla. Cargado de cierta energía, sí, y con mayor compromiso defensivo, pero con muy poco fútbol. El estado de nervios incontrolados hizo mucho daño a los chicos de Gabi y eso, además de que el Córdoba está mucho mejor armado, propició un primer tiempo vacuo, repleto de torpezas.
El centro del campo tenía mirada Mezquita. El dominio andaluz era abrumador y la única solución para combatir la avalancha de los de Iván Ania era aproximar las líneas para evitar que el balón circulase con alegría por los circuitos internos. El gobierno del juego venía con el aire del sur, sobre todo porque el equipo zaragozano dudaba de casi todo. Le falta fe en sí mismo y confianza en sus posibilidades, algo que les sobra a sus rivales. Además, el Córdoba cuenta con jugadores solventes que se sienten seguros y a los que les sale casi todo.
Es uno de los equipos que más y mejor ataca y es muy difícil de confrontar a no ser que el oponente descubra pasillos verticales y sobre todo muy concretos, armas que sí le hacen daño. Eso se demostró en un período de tiempo corto pero de cierta intensidad en que Vital, Jair y Soberón generaron sendas oportunidades de gol que no cuajaron. Una vez que eso se dio, el Córdoba volvió a lo suyo, manejando varios registros, entre ellos el balón parado.
La prueba de ello llegó en un córner generado con un balón cerrado que acabó dando en el palo lateral sin que nadie lo llegase a tocar. Habría sido un golpe de alambrada oxidada en la moral zaragocista, tanto para los jugadores como para la afición, que ayer se volcó de principio a fin con los suyos.
Llegó el descanso y de vuelta al césped de La Basílica muy pronto pudimos constatar que poco o nada había cambiado. En todo caso, pudimos anotar un chut errado de Dani Gómez que no era sino una gota de agua en los Monegros. Por el contrario el Córdoba sabía cómo podía hacer daño y a ello se aplicó. Las bandas eran, de nuevo, el lugar por el que llegaban los peligros. Varios. El primero, un buen centro que remató Obolskii de cabeza y que salió fuera por centímetros. Después, un buen contraataque acabó con un chut de Carracedo que despejó bien Poussin y por último Obolskii insistió con otro disparo que acabó en córner tras tocar el poste. Buen preámbulo del gol cordobés.
Este llegó cuando Álex Sala sacó un córner curvilíneo que acabó en la mítica red zaragocista empujado por Alves de cabeza. Un gol doloroso, de los que te invitan a llevarte las manos a la cabeza, a mirar al cielo, a insultar al viento. Era el minuto 64 y el 0-1 pintaba de tragedia la cara del Zaragoza. Gabi puso en el campo a Adu Ares y a Tasende. Una reacción lógica que buscaba una mayor apertura en banda en busca del gol del empate. No había lugar a la especulación.
Y ahí llegó la luz en la noche. A la salida de un córner Albarrán se enzarzó en un agarrón interminable con Vital y el árbitro pitó penalty. Era la ocasión para redimirse y obturar una derrota que podía ser letal. Soberón se quedó el balón, lo colocó en el punto blanco y con un golpe seco, a media altura batió a Vila.
Delirio y alivio. Y diez minutos por delante para intentarlo todo. Cualquier resultado se podia dar, porque el Córdoba es de esos equipos a los que no les gusta acabar los partidos en campo propio. Por su parte, el Zaragoza se vino un poquico arriba con el apoyo de sus fieles, completamente entregados a la causa, ganados por la energía de Gabi. Y a punto estuvo. En un centro lateral nació un balón que llegó al área pequeña donde se encontraba Soberón en dura lucha con Magunazelaia. El cántabro puso su cuerpo para que el balón saliera rebotado y acabara durmieno en la red de Vila, pero el tirilla determinó que había habido falta del delantero zaragocista. Una enorme decepción se instaló en el pecho del zaragocismo, del mismo modo que la incertidumbre recorrió los corazones de todos con la ocasión de Yoldi o el chutazo de Tasende que tampoco encontró su objetivo.
El final del match ocultó la esperanza del universo blanquillo pero activó la comunión entre la grada y los jugadores con un encuentro de varios minutos con la afición de la grada de animación. Quizá como preludio del exigente, largo y tortuoso camino que queda por recorrer antes de llegar a la orilla de la salvación.
Real Zaragoza:
Poussin; Luna (Tasende, 66′), I. Calero, Vital, Jair Jr., Liso (Adu Ares, 66′); Raúl Guti (Aketxe, 90′), Francho, Toni Moya; M. Soberón, Dani Gómez (Pau Sans, 76′).
Córdoba CF:
Vila; Isaac, Sintes, Alves, Albarrán; Sala (Théo, 76′), Isma Ruiz, Ortiz (Magunazelaia, 77′); Jacobo, Obolskii (Yoldi, 83′), Carracedo.
Goles:
0-1 Min.64, Alves; 1-1 Min.82, M. Soberón.
Árbitro: Sr. Ávalos Barrera. Amonestó a Toni Moya, I. Calero, Adu Ares y M. Soberón por parte local y a Sala, Alves, Isma Ruiz, Carracedo, Magunazelaia y Théo por parte visitante.
Incidencias:
Partido de la Jornada 32 de LaLiga Hypermotion 2024-25 disputado en la Romareda, con 17.500 espectadores.
Poussin: 1. Fallo garrafal en el córner del gol del Córdoba. Una buena parada.
Luna: 2. Muy defensivo, sus subidas siempre aportan.
Vital: 1. Inexacto y poco centrado.
Jair: 3. Serio y correcto en el corte.
Calero: 1. Atascado en su zona, no aportó salida.
Guti: 3. Entregado y esforzado.
Francho: 3. Muy activo en la conducción, abarcó espacios y ritmos.
Moya: 2. Bien tácticamente, interpretó bien el juego.
Liso: 1. No encuentra el concepto que le defina.
Soberón: 3. Sus acciones aisladas siempre son valiosas. Valiente y goleador.
Dani Gómez: 1. Navegó en soledad. No conectó con lo suyos.
Adu Ares: 1. Desvinculado del equipo y del juego.
Tasende: 1. Se postuló para atacar pero no encajó en el partido.
Pau Sans: 2. Aportó movilidad, dinamismo y audacia.
Aketxe: S. C.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello