Los dos últimos minutos de vida siempre son difíciles. El umbral que nos lleva al final es un túnel límpido y ajeno que muy pronto hacemos propio, lo que nos invita a mirarle a la cara al futuro sin despreciar el pasado.
Algo así se vivió ayer en la vieja Romareda. El zaragocismo empuñó sus armas en forma de himno inmaculado y afiló sus gargantas para sostener a su equipo a golpe de estrofa. “¡A ganar! ¡A ganar!”. Un grito unísono que nos hizo creer que era posible vivir en medio de la tormenta. Aunque la nave no la gobernase nadie, aunque el tercero o cuarto de a bordo elevase su voz por encima del trueno y nadie lo oyese, ayer solo un alma cuatribarrada de corazón blanquillo podía lograr que aquel cuerpo inerte volviese a la vida. Y lo logró.
Sonó el silbato del árbitro y la caricia se convirtió en ácido grito de rebelión. “¡Directiva, dimisión!”. No hizo falta consigna. No se necesitó una orden de ningún general ensoberbecido. La afición dictó sentencia. Ni una más. Nunca mais.
El Real Zaragoza venció al Depor y se salvó. Lo hizo con un gol que bien podría haber firmado Agapito para que Lendoiro montase en cólera. Si a un hincha del Eldense le dicen que el equipo gallego estaba comprado, lo firmaría sin dudar. Hasta en eso fue fea la temporada: el último gol en la Romareda fue en propia puerta del equipo rival. La poesía nos negó un verso bello con que recordar una tarde épica.
Gabi salió a ganar. Eso creyó. Lo adivinó el fan cuando vio a Luna y Francho en la misma banda y a Guti y Arriaga cabalgando por el centro del territorio. Enfrente, un Depor anodino, ebrio de celebraciones durante la semana y con un misal en cada mano dispuesto a contemplar el paso del tiempo.
Nada que comentar, salvo un chut de falta de Tasende, que llegó a la portería de Parreño por fuera, y un bonito remate de Dani Gómez que se estrelló en la madera. Ambas ocasiones fruto del empeño aislado, no del resultado de un plan general. Los nervios, la inconsistencia y el peso de la Historia pudieron con unos chicos poco dados al fútbol y menos en una cita legendaria como la de ayer. Enfrente el Depor amagaba pero no daba nada. Un par de acciones de mediano peligro, sobre todo una de Villares en el minuto 44 que no supo acabar dándole el balón a Poussin.
El descanso trajo a Clemente en lugar de Tasende pero la vuelta al césped no trajo más que sobresaltos. El Depor, sin querer, sin proponérselo, le hacía un roto tras otro al Zaragoza, que jugaba a nada y además miraba de reojo el marcador de Elda, donde el empate campaba en el marcador, amenazando con un desastre en cualquier momento. Poussin y Jair evitaron sendas ocasiones mientras sus compañeros se empeñaban en no dar una a derechas.
Los móviles escupían el 2-1 del Eldense y en el prado de La Basílica no había nada bueno a lo que agarrarse. La grada se contagió del nerviosismo y la inexactitud de los chicos y su impericia eran la marca de la casa grabada a fuego en el alma de la hinchada blanquilla. Solo nos quedaba un argumento: una jugada a balón parado. Podía llegar si Guti se calzaba el borceguí de las grandes ocasiones. Y en él nació el balón salvador. Fue un córner sacado al primer palo. Allí lo peinó un defensor gallego y fue a parar a los pies de Patiño, un zagal del filial que rechazó fatal y lo que consiguió fue el gol desfibrilador. Increíble, pero absolutamente real.
El mister gallego, Gilsanz, movió ficha y puso en el campo a varios jugadores de fuste. Y a Yeremay. Un escalofrío recorrió el espinazo zaragocista, más cuando vimos que Luna estaba desfogau y con la energía justa para parar a la futura estrella futbolística. El Depor se creció y los balones comenzaron a llegar al área de Poussin cada vez con más peligro. Escudero en dos ocasiones y Yeremay con un chut magistral que le rompió las astillas a la escuadra de Poussin estuvieron a punto de hacerle un boquete definitivo al frágil cascarón de la nave blanquilla. Solo de pensarlo le tiemblan las garras la león del escudo.
Entramos en el tramo final. En el otro partido vital, el de Elda, el Racing había empatado y la gente estalló en una ovación desaforada. De ahí hasta el final solo importaba llegar a la playa agarrados al último trozo de madera que quedaba flotando. Y el equipo lo hizo empujado por los vientos de las veinte y pico mil gargantas. No había otras herramientas. La energía de los fieles, la bravura de los tuyos, el orgullo del escudo. Y así hasta el último aliento.
¿Y después? Después, el más recio recio rechazo a la dirección ejecutiva del club. La que habita allende los mares. La que se aloja en los salones de la capital del reino. La que desconoce el espíritu de un club y una afición que tiene por seña de identidad ser bandera y orgullo de nuestro Aragón.
Esa dirección, esos gestores que no conocen a quien hizo el saque de honor y lo que representa, a quien acompañó al jovenzano Francho y lo que representa. A esa dirección, a esos gestores que no han respirado el cierzo que ha bañado los rincones de la siempre joven Romareda les digo que tienen una deuda con el zaragocismo. Con mi abuelo, con mi padre, con mi hijo. Con todas las abuelas, con todas las madres, con todas las hijas. Nos lo deben. Páguese.
Real Zaragoza:
Poussin; Luna (I. Calero, 77′), Vital, Jair Jr, Tasende (E. Clemente, 46′); Arriaga, Francho, Raúl Guti (Toni Moya, 89′); Adu Ares (Liso, 62′), Pau Sans (Samed, 89′), Dani Gómez (M. Soberón, 62′).
RC Deportivo Coruña:
Germán; Petxa, Pablo, Jaime (Tosic, 83′), Obrador (Escudero, 63′); Villares, Patiño (Gauto, 86′), Diego Gómez (Herrera, 75′), Guerrero (Yeremay, 63′); Mario S., Bouldini (Kevin, 75′).
Goles:
1-0 Min.56, p.p. Patiño.
Árbitro: Sr. Mallo Fernández. Amonestó a Adu Ares, Pau Sans, M. Soberón, Luna por parte local y a Pablo por parte visitante.
Incidencias:
Partido de la Jornada 41 de LaLiga Hypermotion 2024-25 disputado en la Romareda, con 24.000 espectadores.
Poussin: 2. Correcto.
Luna: 2. Cumplidor.
Jair: 3. Atento y sereno.
Vital: 2. Incierto.
Tasende: 2. Inexacto.
Francho: 3. Siempre presente.
Guti: 3. Empeñado en la causa.
Arriaga: 4. Necesario.
Adu Ares: 2. Inestable.
Pau Sans: 3. Atrevido.
Dani Gómez: 2. Aseado y directo.
Clemente: 2. Comprometido.
Liso: 2. Fajador.
Soberón: 1. Irregular.
Calero: S.C.
Moya: S. C.
Bazdar: S. C.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello