Vamos a dar por hecho que la anécdota es cierta. Vamos a dar por hecho también que el protagonista es Luis Buñuel, aunque lo cierto es que quien la vivió fue José María Forqué. Lo seguro es que ocurrió.
Se cuenta que Buñuel vino un día a Zaragoza a visitar a su madre, que vivía en Independencia, 29. Muy cerca de esa dirección se encontró con un antiguo compañero de jesuitas que le saludó muy contento: “¡Hombre Luis, qué alegría!
¿Qué haces por aquí? Ya me he enterado de lo de tu película y la he visto. Oye, ‘mu’ flojica ¿eh?”
Vale, asumimos que es un relato apócrifo pero no me dirá el lector que nos viene pintiparado para ilustrar la temporada que finalizó ayer. Un fiasco del tamaño del Moncayo. Un fracaso perfumado de fiemo. Una decepción profunda como la sima de San Pedro en Olite. En definitiva, y en palabras de Víctor Fernández: es lo que hay.
El Real Zaragoza jugó ayer un partido espercallo, sin carne ni alma, fiel reflejo de una personalidad adormilada por las múltiples bofetadas recibidas a lo largo de diez meses y medio de competición. Enfrente, un Albacete en modo siesta que tampoco ofreció nada apetecible. Y alrededor, una afición cabreada se vea claro que no hay equipo paquete capaz de amargarnos el verano.
La alineación era una declaración de intenciones lejos de la especulación. Víctor salió con todo, que no es mucho, pero prefirió mostrarle al mundo quiénes somos y, al mismo tiempo, ofrecerles a los suyos la ocasión de mirarse al espejo. Y lo hicieron ofreciéndonos una primera parte estéril, seca, desértica. El único que se tomó el partido como si estuviese el descenso en juego fue Gámez, que ofreció una versión hiperventilada de sí mismo, en esta ocasión midiendo cada brizna de césped por el carril zurdo, pero el resto dormitaron durante tres cuartos de hora. El valenciano lo intentó de mil maneras y varios centros suyos, combados y con intención, invitaron a sus compañeros a todo, pero nadie aceptó el convite.
A él se sumaron en contadas ocasiones Liso y Azón, aunque con menos energía que en los partidos en los que se jugaban la vida y solo algún destello de Mollejo completó la poca sustancia futbolística de los blanquillos. Anoche ni siquiera Maikel Mesa fue capaz de poner un poco de pimienta en el ataque y eso que dispuso de una buena ocasión facilitada por Mouriño en una galopada llena de potencia y voraz intención. Y poco más.
El Albacete bailó algo mejor que los zaragozanos. Su disposición y la acerada actuación de sus laterales crearon algún problema, pero sin pólvora, lo que dio con ambos equipos en el vestuario en medio de la calmosa indiferencia de la grada, que se guardó sus fuegos de artificio para la segunda parte.
La salida de los de Víctor fue un tanto más dinámica. A ello contribuyó la mayor y mejor presencia de Liso, que se animó a ser él mismo con una zancada vertical y un deseo de golear que lo convirtió en el jugador diferente. Sin duda su cambio de registro animó a sus compañeros, que también se sumaron al clic eléctrico del aragonés. Y de esa forma llegó el gol local. Un saque de esquina revoltoso propició un pequeño revuelo en el área manchega resuelto con un remate heterodoxo por Mouriño.
La grada, ávida de jolgorio, se activó definitivamente con el tanto del uruguayo y a partir de ese momento se sucedieron las muestras de fiesta, con olas mexicanas y cánticos jocosos moteados con explosiones de reproche hacia unos jugadores y dirtectiva a los que se consideró cuylpables en todo momento. Fue una muestra de nuestra forma de ser y estar en el mundo, muy acorde con la muestra de socarronería aragonesa con que empezamos esta crónica.
El Albacete sufrió con las llegadas de Liso, que a punto estuvo de lograr un golazo tras caracoleo infinito y con un chut rocoso que salió fuera pero que si hubiera ido a la red habría sido uno de los goles de la temporada. En la otra área Badía se encargaba de recordar a los mandatarios que es un portero de primera y muy querido por la grada, que le pidió que se quedara. En ese momento el equipo manchego hizo tres cambios y el partido cambió de sino. Las llegadas se sucedieron y aunque el partido no tenía ningún interés y la hinchada seguía a lo suyo con más
olas, más cánticos alusivos y juerga desparramada, muy pronto se olió el gol forastero. Este llegó en las botas de Higinio, pero un fuera de juego milimétrico sirvió para anularlo. No importó: el partido ya era claramente del Albacete.
Víctor hizo debutar a Juan Sebastián, a quien hizo saltar al césped de La Basílica por Mollejo, muy aclamado por la gente. La idea olía a defensa, claramente, y de ello se aprovechó otra vez Higinio, cuyo chut fue desviado por Francés logrando así el empate. Ironías del destino, el último gol en la portería de Gol Sentado / Gol de Jerusalén / Fondo Sur / Gol Sur corrió a cargo del jugador más talentoso del Zaragoza en el que quizás sea su último partido con la blanquilla.
Ahí murió todo: el partido, la temporada y una parte de la Historia zaragocista. Solo nos queda agarrarnos a la esperanza que Víctor Fernández nos pueda transmitir. Solo nos queda la fe en nosotros mismos.
Real Zaragoza:
Edgar Badía; Mouriño, Francés, Jair, Fran Gámez; Jaume Grau, Marc Aguado (Terrer, 60); Mollejo (Juan Sebastián, 83), Maikel Mesa (Manu Vallejo, 60), Liso; y Azón (Sergi Enrich, 46).
Albacete BP:
Altube; Álvaro Rodríguez (Carlos Isaac, 69), Djetei, Ros (Manu Fuster, 87), Jonathan Silva, Agus Medina, Pacheco (Higinio, 69), Rai Marchan, Olaetxea (Fidel, 69); Quiles y Juanma (Pedro Benito, 87).
Árbitro:
López Toca (Comité de Cantabria) Mostró amarillas a Álvaro Rodríguez (15’), Jaume Grau (70’), Fidel (94’).
Goles:
1-0, min. 60: Mouriño. 1-1, min, 89: Francés, en propia puerta.
Incidencias:
Partido de la Jornada 42 de LaLiga Hypermotion 2023-24 disputado en la Romareda, con 20.000 espectadores.
Badía: 4. Sin fisuras. Nos regaló un paradón.
Mouriño: 3. Metió un gol y luchó mucho, no siempre con fortuna.
Jair: 3. Correcto, sin complicaciones.
Francés: 4. llegó a todo y con todo. Calidad y presencia.
Gámez: 3. Se dejó la piel. Sabía que era su último partido y se vació.
Grau: 2. Discreto en todas sus facetas.
Aguado: 4. Serio, bien ubicado y gobernante. Con Víctor brilla.
Maikel Mesa: 1. Estático y poco colaborativo.
Mollejo: 3. Como siempre, un polvorín en el campo.
Liso: 3. De menos a más. Acabó muy fino y vertical.
Azón: 3. Trabajador y cumplidor.
Enrich: 3. Activó la delantera con su energía y dinamismo.
Manu Vallejo: 1. Poco participativo y sin significado.
Lucas Terrer: 1. No enlazó con el partido.
Juan Sebastián: S. C.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello